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COLOMBIA EN 5 HORAS

viernes, 5 de febrero de 2010

05 de febrero de 2010:

salí de mi casa a las 4:00 p.m. para encontrarme con mi hermana y mi chiquisobrino, el calor nos tenía en un letargo raro, pero Luismi en realidad estaba mas activo que nunca, yo, estaba que me "empelotaba" y pues nada, era un día común y corriente y habían actividades que realizar.

Antes de las 6:00 p.m. mi hermana se ofreció a llevarme a la Universidad, si, clase de 6:30 p.m. a 10:00 p.m. los viernes, pero ya me acostumbré y hasta me gusta. No contabamos con que iba a jugar el Once Caldas y todas las calles cercanas al Estadio estaban cerradas, eso me hizo llegar tarde a la inducción del Consultorio Jurídico y, maldita sea, como odio el futbol. Como no me dejaron entrar al salón, me fui con uno de los compañeros afectados por el maldito partido y nos tomamos una cerveza, a la espera de que fueran las 8:00 p.m. para entrar a la siguiente inducción, pues si cometes un error como "Abogado de pobres" te ponen una sanción disciplinaria. En medio de la cerveza algunos que llegaron luego y mi compañero se dedicaron a hablar de sus labores como futuros abogados, y yo solo pensaba, ¡muy bien!, quiero irme del país y ser escritora.

Al cabo de una hora y media recordé que tenía que sacar unas fotocopias sobre anatomía y asfixiología para estudiar medicina legal y alcancé a dudar incluso la carrera que estaba estudiando, pero también supe que tenía a la persona ideal para que me explicara paso por paso cada una de las partes del cuerpo sin ser una clase tediosa y fría.

La inducción no estuvo tan mal y duró poco incluso, pero huyendo del calor salí desesperada hacia mi casa y no sabía lo que se me venía aún, aunque hasta ahí, todo había sido demasiado loco.

Tomé el colectivo con ruta hacia mi barrio y más o menos unas 7 cuadras más allá de la universidad una moto se le atravesó al colectivo y el chofer presionó la bocina como si quisiera arrancarla y tirarsela al de la moto, pero este último sin ser consciente de que había cometido un error, se llenó de ira, literalmente ira, y lo insultaba y le golpeaba el carro con el casco, y de pronto sacó un arma y apuntó, el frío que sentí me bajó todo el calor insoportable de este angustiante calentamiento global y quise llorar, correr, pero solo me escondi detrás de la silla delantera. El chofer del colectivo no hizo nada, era como si estuviera en la selva frente a un león con hambre y sin defensa, se quedó congelado con las manos en el timón y el pie en el acelerador, apagó el equipo de sonido y esperó que el motociclista (león) se fuera, y así lo hizo. Como si nada hubiera ocurrido arrancamos nuevamente, yo temblaba y miraba la calle para que no fuera a ser la víctima de las típicas balas perdidas colombianas. Sin embargo, mientras daba gracias a los dioses por habernos protegido, llegamos a un paradero donde se subieron muchas personas, la última era un transexual, muy tetón por cierto, y el chofer del colectivo no lo dejó subir, una clara manifestación de discriminación sexual, el único lugar libre que quedaba y que era para él, estaba a mi lado, y él no se lo permitió, lo dejó tirado en medio de la calle, esperando otro transporte, que sabe Dios si pasó, y él, el chofer, se había acabado de salvar de la muerte.

Unas tres cuadras más adelante presenciamos otra escena muy "Rosario Tijeras", muy "Qué viva la música", muy "La vírgen de los sicarios" o, mejor aún, "la vendedora de rosas"; una mujer muy delgada, consumida por la drogadicción y el hambre estaba en una esquina de la calle 19 esperando un cliente que quisiera sexo y le diera algo con lo que pudiera comprar tal vez una botella de solución o basuco o lo que fuera que le quitara el hambre que no fuera comida, pero lo que ella no pensó de momento es que estaba justo en el territorio de una de las prostitutas del área, que era más bien un prostituto, y que le empezó a recordar lo "langaruta" que era para competir con sus piernas y sus tetas, "largate de aquí perra, ¿vos no te has visto en un espejo?, drogadicta, morite de una vez, no me quités el trabajo, no te comparés conmigo, perrita", y en el mismo lugar una pandilla atracando a un joven que llevaba un maletín, que a simple vista se veía que venia de recibir su jornal por un día caluroso de trabajo, entre 4 hombres lo atacaron y él simplemente, sin soltar su cigarrillo, manoteó y huyó como uno de esos implacables luchadores contra la injusticia.

No miento, nada de esto es una ficción, nada es un fragmento de un libro ni de una novela de esas que salen ahora y tienen tanto rating, es un día de mi vida, un instante de miedo, un día común, un día de partido de futbol y clase en la Universidad.

Ahora estoy tranquila, después de un té, después de unas lágrimas de impotencia, después de una rabia por pagar $6.000.000 en una universidad que requiere de escoltas para llegar, si llegas y te dejan entrar, $6.000.000 para ver cómo una drogadicta se deshace en humillaciones, cómo un obrero lucha por su dignidad,cómo un transexual no merece nisiquiera el puesto trasero como los de raza negra en los años 50´, cómo un hombre homofóbico que trabaja noche y día manejando una máquina ve una bala con su nombre y como yo, que pago esos $6.000.000 no quiero ser abogada en un país que piensa que la salud es un favor y no un derecho.

Son las 9:00 p.m. y veo un comercial que dice "Colombia, el riesgo es que te quieras quedar"

¿qué piensas?, ¿qué te duele?, ¿qué te falta?, ¿qué te enferma?


Laura Sanz

1 comentarios to COLOMBIA EN 5 HORAS:

Unknown dijo...

Buen artículo, creo que la gente debe cambiar por si misma y no culpar a otros por sus malos actos, menos si lo hace sin ninguna razón, hubo un tiempo en que me sentía muy mal por la situación, pero actualmente siento una sensación de indiferencia pensando en que cada persona debe cambiar como lo mencioné anteriormente individualmente, y dejar de pensar cómo una persona de un país y pensar cómo si fuera un ciudadano del mundo (aunque sea difícil e increíble) y resignarme.

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