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PRESENTACIÓN: DE LAS PASIONES, LA FILOSOFÍA Y OTROS ENCANTOS

lunes, 16 de noviembre de 2009
Por: Laura Sanz

Los amorosos


Los amorosos callan.El amor es el silencio más fino,el más tembloroso, el más insoportable.Los amorosos buscan,los amorosos son los que abandonan,son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,no encuentran, buscan.Los amorosos andan como locosporque están solos, solos, solos,entregándose, dándose a cada rato,llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorososviven al día, no pueden hacer más, no saben.Siempre se están yendo,siempre, hacia alguna parte.Esperan,no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.El amor es la prórroga perpetua,siempre el paso siguiente, el otro, el otro.Los amorosos son los insaciables,los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.Las venas del cuello se les hinchantambién como serpientes para asfixiarlos.Los amorosos no pueden dormirporque si se duermen se los comen los gusanos. En la oscuridad abren los ojosy les cae en ellos el espanto.Encuentran alacranes bajo la sábanay su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,sin Dios y sin diablo.Los amorosos salen de sus cuevastemblorosos, hambrientos,a cazar fantasmas.Se ríen de las gentes que lo saben todo,de las que aman a perpetuidad, verídicamente,de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,a tatuar el humo, a no irse.Juegan el largo, el triste juego del amor.Nadie ha de resignarse.Dicen que nadie ha de resignarse.Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,la muerte les fermenta detrás de los ojos,y ellos caminan, lloran hasta la madrugadaen que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,a arroyos de agua tierna y a cocinas.Los amorosos se ponen a cantar entre labiosuna canción no aprendida,y se van llorando, llorando,la hermosa vida.

Jaime Sabines






JUSTIFICACIÓN


Esta monografía toma su importancia, al ser un estudio teórico que intenta conectar el lenguaje de las pasiones, visto desde una perspectiva filosófica, lingüística y científica con el amor en un entorno posmoderno, además, pretende construir una mirada vital que dé cuenta de la estructura “fluida”, “fragmentada” y “polifónica” del hombre que siente y vive desde la consciencia suprema del “estar” en función de las pasiones.
De ahí nace su pertinencia, pues pretende impulsar todo un entramado “sensitivo”, más que conceptual, sobre las pasiones, y el conflicto y la armonía subjetiva que éstas provocan cuando el hombre (ser de palabra, de ciencia y filosofía) se deja mover a partir de ellas.
La pertinencia, se define desde el contexto del ahora, en una época, que al parecer, juega con la invidencia de los sentidos, y se suprime a las pasiones fluidas de la exaltación del hombre que se fragmenta y se arroja al universo de la palabra vacía, del cuerpo fluido y de los compromisos sensitivos impertinentes y casi inexistentes, se hace inevitable trabajar el tema de las pasiones y su lenguaje articulado con el amor, no es otra cosa que dar respuesta al alma vital que pulula en la crisis y que clama, quizás, por comprender y descubrir el cómo, el dónde y el por qué surgen aquellas sensaciones que incitan deseos de decir, de hacer y de actuar.






PRESENTACIÓN


Si me preguntan, ¿qué tan difícil puede ser escribir sobre las pasiones humanas?, yo sólo puedo contestar: No es ni difícil, ni fácil, es apasionante. Empecé por Descartes, solo por darme una idea de cómo debía abordar el tema, pero luego se me fueron atravesando en el camino de la escritura otros cómplices, otros muchos apasionados.
Si me preguntan, ¿qué relación tienen el cuerpo y la pasión desde la filosofía?, yo sólo puedo contestar, que la relación está en el ser sujetos que perciben, que en el estar se palpan y existen cuando aman.
Si, además, me preguntan, ¿cuál es el lenguaje de las pasiones?, mi respuesta evoca la filosofía del lenguaje, con la teoría de los actos de habla, y desde mi dificultad para entenderla supe, que se trata del compromiso tácito entre el decir y el hacer. Cuando construyo un lenguaje sobre mis pasiones, hago una extensión de lo que siento y experimento, y tengo una intención en producir un efecto en el otro. Para poder contestar también la pregunta sobre el lenguaje de las pasiones, estudié las etimologías de las palabras que las refieren, la rabia, la tristeza, la alegría, el miedo y el amor. Comprendí, que de sus etimologías surge también la acción que describe la naturaleza de las pasiones, de esta forma, para la tristeza conocemos la acción de llorar, para la alegría conocemos la acción de reír, para el miedo conocemos la acción de gritar y para la rabia conocemos la acción de insultar. De cualquier forma, siempre surge primero la pasión y luego el querer expresarla por medio del lenguaje, ya es otra cosa el efecto que tenga en el destinatario.
Pueden también preguntar, ¿cuál es la explicación científica del sentir? , la respuesta obviamente nos desplaza hacia explicaciones complejas de conceptos como neuronas, sinapsis, hipotálamo, hipocampo, corteza cerebral, etc., para poder comprender los procesos del sistema nervioso central que finalmente dan lugar a las emociones. Hay otras células, distintas a las neuronas, como los astrocitos, que son el montaje para que las neuronas actúen, y lo que representan son conexiones nerviosas a un nivel neurofisiológico, que en otro nivel o en muchos, corresponde a un estado mental, un pensamiento, un movimiento, una emoción o un sentimiento. Las sinapsis químicas se realizan mediante la actuación de neurotransmisores, que no son otra cosa que señales químicas que pasan de una neurona a otra, y que dependiendo de su presencia, ausencia y concentración en diferentes partes del cerebro, en determinados momentos, nos permiten, según las nuevas teorías, hablar de los estados mentales, así como de fenómenos como el amor.
La emoción constituye un conjunto de cambios en el estado corporal inducidos por las terminales nerviosas sobre multitud de órganos, todo bajo el control juicioso de un cerebro que responde con pensamientos frente a una entidad o acontecimiento determinado, y es precisamente, la posibilidad de que un observador externo pueda percibir dichos cambios corporales relacionados con la emoción, lo que permite volver a la definición literal de emoción que significa: movimiento hacia afuera
Entonces, no hace falta que me pregunten por el lugar del amor en este trabajo, pues de ese movimiento hacia afuera surge la intención del amor. Sabiendo que el amor surge de algo que se desea, es siempre una insatisfacción que lleva al recelo y al sufrimiento de la pérdida constante. Se ama lo que se desea, se obtiene y se pierde en la permanencia, nunca nada es tan inconstante como el amor y quien se arriesga, está sujeto al desasosiego y a la fatiga. “En el acto amoroso, la persona sale fuera de sí: es tal vez el máximo ensayo que la naturaleza hace para que cada cual salga de sí mismo hacia otra cosa. No ella hacia mí, sino yo gravito hacia ella”
[1]; y en la exteriorización, en esa salida hacia otra cosa que no soy yo, descubro que tampoco es el otro porque nunca se alcanza.

Se sale a la infinita escena de la incertidumbre para no alcanzar más que vacío, y si yo salgo de mí y el otro sale de sí mismo, no hay más que un amor idealizado que no acaba con el conflicto. “En el amor “yo” ha sido “otro”; hay según Julia Kristeva, un estado de inestabilidad”…”El individuo deja de ser indivisible y acepta perderse en el otro, para el otro”
[2]. Todos coinciden de una forma acertada, que el amor es siempre un ejercicio de búsqueda y entrega fuera de sí mismo, y es el amor un estado en el que el ser se extravía fuera del sentir, del cuerpo, de la mente, para buscar necesariamente al otro en una pasividad que es agresiva siempre.
“En el amar abandonamos la quietud y asiento dentro de nosotros, y emigramos virtualmente hacia el objeto. Y ese constante estar emigrando es estar amando”
[3]. Estarse yendo, esperar que el otro regrese, buscar, nunca encontrar; esas son las formas del amor, y como formas son constantes y exclusivas de quien ama.
Sin embargo, en los tiempos modernos, se ha vuelto, según Bauman, un encuentro sexual, que engañosamente es más práctico y menos hiriente para las pasiones humanas, y tiene este encuentro sexual, una duración breve que no compromete al otro en su búsqueda, pero, no ha visto Bauman tal vez, que en la unión sexual también hay un compromiso que resume la caricia, la caricia le quita al otro un poco de sí mismo, insistentemente le roba la capacidad de sentir. Una caricia recoge como el agua las sensaciones de la piel, ésta congela la palabra en el otro, en el ser pasivo que se vuelve deseo, reconcilia al amante en la espera. La caricia tiene un cuerpo que le pertenece, que ha robado al tacto, un cuerpo que se posee y delimita como territorio ajeno. Acariciar al otro es construir una zona de promesas, un momento de olvido permanente.
Aún siendo la unión sexual una relación efímera, líquida, que se escapa de los lazos del amor, conserva un elemento muy romántico todavía que es la caricia, “en lugar de ser la caricia lo sexual en lo no sexual, es lo no sexual en lo sexual: tal es la proposición que presentaría como central y capital de una filosofía de la caricia”
[4]. Esta muestra de intimidad, es una muestra de amor inequívoco y está fuera de la comprobación, pues como ya dijimos, las pasiones son solitarias e incomunicables, y, por supuesto, no hay nada más adecuado a esa afirmación que el amor mismo. La caricia, es tal vez, el lenguaje del amor, y es un lenguaje directo que no da lugar a la duda, pero sí al asombro. Cuando el amor, en su búsqueda, permite la caricia, abre camino también a un momento de encuentro con el otro, es la parada del descanso, de buscarse siempre y no encontrarse, pero descansar de la búsqueda mientras te acaricio, hay de nuevo una relación de la pasión y el cuerpo, de la pasión y el lenguaje. Hay de todas formas, una búsqueda inagotable de comunicar lo que se siente, así la modernidad nos alcance en la intimidad.
El erotismo así pensado, es una reflexión hacia el otro en su desnudez, percatarse de su existencia amorosa, es en palabras de Bataille “Lo que en la conciencia del hombre pone en cuestión al ser”
[5], y regresamos en palabras a lo que se ha dicho de vivir las pasiones en sí mismas como una reflexión del ser, de lo que sólo puede sentir él en su padecer, y es así que la caricia se convierte en la herramienta de esa liberación del erotismo que trae como resultado el amor. El erotismo, en otras palabras, materializa la pasión del amor en el cuerpo, a través de la caricia.
El amor ahora parece una vanguardia
[6], se refiere a modas, a formas colectivas de conquista, y a reivindicaciones de género, por verse atrapados en una necesidad hermética de estar enamorados y es así como hemos vuelto líquidas las caricias, los besos, la proximidad, “Desesperados por “relacionarse”. Sin embargo, desconfían todo el tiempo del “estar relacionados” y particularmente de estar relacionados, “para siempre”, por no hablar de “eternamente”[7]. Pero el permanecer juntos no es el problema, el problema es que no haya lenguaje que nos defina juntos, que nos haga permanecer en el tiempo sin hastiarnos, ese lenguaje del amor es la caricia, de la raíz carizze, que significa rozar al otro para mostrarle cariño, bien lo dice Octavio Paz, “para el amante el cuerpo deseado es alma; por esto le habla con un lenguaje más allá del lenguaje pero que es perfectamente comprensible no con la razón, sino con el cuerpo, con la piel”[8]. Cuando acaricio al otro, no sólo le hago saber que lo siento y lo percibo, lo que me hace amarlo, sino que intento memorizarlo para buscarlo de nuevo cuando salga de sí mismo hacia afuera, tal vez hacia mí:

Que yo siempre amé...

Que yo siempre amé
yo te traigo la prueba
que hasta que amé
yo nunca viví -bastante-

que yo amaré siempre
te lo discutiré
que amor es vida
y vida inmortalidad

esto -si lo dudas- querido,
entonces yo no tengo
nada que mostrar
salvo el calvario.


Emily Dickinson






CONCLUSIONES
· Hablar de emociones y pasiones depende de una libre aplicación etimológica que, en este caso, es identidad de palabras.
· Los sentimientos anteceden a las emociones.
· El cuerpo y las emociones están relacionados de una manera recíproca, es decir, las emociones se generan en el cerebro, y éste está en el cuerpo. Esas emociones después de un proceso químico se manifiestan corporalmente y, para ello, necesitan de la existencia de la materia que es el cuerpo.
· El cuerpo y las emociones por sí solas no perfeccionan el proceso de formación de las emociones, lo que permite la manifestación, es la voluntad que actúa gracias a la conciencia.
· Lo que en la mente es una emoción (pasión), en el cuerpo es una acción.
· Para comprender el lenguaje en el que se expresan las pasiones, es necesario, remitirse a la pragmática lingüística y afirmar una vez más, que los enunciados que se remiten a las pasiones dependen en sí mismos de las acciones que producen en su intencionalidad.
· Si bien, lo que en la mente es una emoción y en el cuerpo es una acción, también en la mente es un enunciado y en el lenguaje es una acción.
· La etimología de las palabras siempre refiere acciones para significarlas, así, si hablar es hacer algo, según la teoría de los actos de habla, y las emociones cuando se enuncian producen una acción, puede decirse que las palabras que nombran las pasiones, en sus raíces etimológicas, nos han aportado la acción que se realiza cuando se actúa bajo el efecto de una pasión, es decir, ya se sabe, por etimología, cuál es la acción referente a una pasión. Ej. Tristeza – llorar
· Del amor, pasión esencial, surgen las otras pasiones humanas, incluso por procesos químicos del enamoramiento, descubrimos otras pasiones como la tristeza, la alegría, la rabia y el miedo.
· El amor es una constante búsqueda del otro, y en esa búsqueda, se perfecciona y se define el erotismo, el lenguaje del amor y las formas de relacionarse como sujetos que padecen o sufren las pasiones en su excitación.
· La expresión del amor, depende del contexto sociocultural del sujeto.
· La caricia es el lenguaje del amor, así como el llanto es el lenguaje de la tristeza, la risa el de la alegría, el grito el del miedo y el insulto el de la rabia.




[1] ORTEGA Y GASSET, José. Estudios sobre el Amor. Ed. Edaf. España, 2000. Pp. 58
[2] KRISTEVA, Julia. Historias de Amor. Ed. Siglo Veintiuno. México, 1983. Pp. 4
[3] ORTEGA Y GASSET, José. Estudios sobre el Amor. Ed. Edaf. España, 2000. Pp. 61
[4] GAOS, José. La Filosofía de la Filosofía. Ed. Crítica. Barcelona, España, 1989. Pp. 133
[5] BATAILLE, George. El Erotismo. Tusquets Editores. Barcelona, España, 2007. Pp. 33
[6] Concepto usado por Dominique Simonnet en La más bella historia del Amor, refiriéndose al amor como una moda del placer
[7] BAUMAN, Zygmunt. Amor Líquido. Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 2007. Pp. 8
[8] PAZ, Octavio. La llama Doble. Ed. Seix Barral. Colombia, 1993. Pp. 129

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